domingo, 14 de febrero de 2010

Sólo los tontos son felices. Casi confirmado.


Un reciente estudio ha intentado averiguar si la felicidad es fruto de la inteligencia.
Se realizaron tests para calcular el coeficiente intelectual sobre un grupo de 550 hombres y mujeres de 80 años. En los resultados obtenidos no se observó ninguna relación entre su inteligencia y el nivel de satisfacción que reportaron de sus vidas.
Aunque se esperaba alguna conexión entre felicidad e inteligencia (porque esto último es algo muy valorado por la sociedad) los investigadores vieron que en realidad dicha cualidad puede acarrear tantas cosas buenas como malas.
Por ejemplo, una gran inteligencia puede ir acompañado de grandes logros, pero también conlleva una gran percepción de lo que te rodea (mas alternativas, mayores preocupaciones, etc…), lo que puede llevarnos a la frustración.
¿Hacía realmente falta un estudio para llegar a esa conclusión? La sabiduría popular siempre lo ha dicho: Sólo los tontos y los locos son felices.
Para mi ser inteligente no es saberse 100 decimales de Pi o el listín telefónico de memoria, ni tener un expediente académico brillante (¿Cuantos así luego tienen una vida en pareja, o personal, deprimente?). Ser inteligente es saber apreciar lo maravillosa que es la vida. Aprovechar cada instante al máximo. Minimizar los problemas, olvidarse de las preocupaciones (pues no llevan a nada). Exagerar nuestras alegrías. Priorizar lo que realmente nos haga felices. Y lo más difícil: Saber amar.

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